martes, 12 de junio de 2012

Happiness

Y sin comerlo ni beberlo, te miras un día en el espejo y ves una sonrisa sincera y unos ojos que brillan, y te das cuenta que eres feliz. No puedes creer que después de tantos días con ganas de tirar la toalla, después de tantas noches en vela pensando en ese "Y si...", después de tantos planes a medio cumplir, después de tantas canciones tristes escuchadas en la madrugada, ha llegado el momento de ser feliz.
Y tienes ganas de gritárselo al mundo, tienes ganas de comerte cada rincón de tu ciudad, de tu país, del universo. Te levantas y sientes esa fuerza que te empuja, que te dice que cojas velocidad, que no tengas miedo, que no mires hacia atrás, que aceleres. Y vas por la calle, y sonríes. Pero sonríes con ganas, sin miedo al qué dirán. Mueves la cabeza al ritmo de esa música que te da energía, que te dice que tu puedes con todo y más. Y piensas en los planes de futuro casi completos: piensas en los planes con ellas, tumbadas debajo del sol cualquier tarde de verano con risas por cualquier tontería. Y piensas en los planes con  él y en los besos robados en cualquier esquina de cualquier calle a cualquier hora. Y entonces comprendes que a veces, es mejor poner ese punto y aparte y empezar otro renglón, otro párrafo de tu vida, dejar atrás la incertidumbre y el dolor y vivir una nueva etapa y disfrutar el momento sin pensar dos veces porque te das cuenta que, ahora,  todo está bien.